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Los Órdenes del Amor

Itálica indica textual Felicidad Dual Gunthard Weber

Los tres órdenes

· Pertenencia

· Equilibrio entre el dar y el tomar

· Normas y Jerarquías.

Estas leyes actúan en nuestras vidas aun cuando no sabemos que ellas existen. En el engranaje del universo todo se manifiesta como un gran sistema coherente, nosotros somos parte de este gran sistema viviente.

Entonces ¿Qué es un Sistema?

Un sistema es un grupo de personas o cosas que tienen una función específica. Por ejemplo: una silla conforma un sistema, es decir un grupo de partes que tienen una función, pero esta función no es fija, puede cambiar o desarmarse, es decir se desordenan las partes y modifica la funcionalidad. El orden hace a la funcionalidad del sistema. Si desarmo la silla y la vuelvo a armar sin respetar el orden de las partes puede quedar original pero no es una silla y no tiene la función de silla, entonces podre decidir ordenar las partes para devolverle la funcionalidad o destinarle otra función. La función define al sistema.

¿Cuál sería la función de los sistemas?

Crecer, desarrollarse, expandirse, optimizar, potencializar, decaer, morir, y volver a comenzar los ciclos de “vida – muerte – vida” de los que habla la adorable Clarissa Pinkola Estés (Mujeres que corren con los lobos).

Estamos en el mundo para crecer y desarrollarnos, es nuestra naturaleza biológica y álmica, luego en la decadencia se produce una síntesis y deviene en la muerte.

Para Hellinger en los sistemas “lo primero es el orden y después el amor”, ningún sistema familiar es desamorado, solo está desordenado. Si algo no está fluyendo entre los miembros de una familia, tenemos que revisar los desórdenes que obstaculizan que el amor fluya.

Todo empieza y termina en el Amor. Somos seres muy amorosos aunque a veces no lo parezcamos tanto.


1er Orden Pertenencia

Un niño nace en un sistema y su supervivencia depende de ser reconocido, mirado, alimentado y cuidado. Sólo perteneciendo al grupo podemos sobrevivir. Para sobrevivir tengo que pertenecer, toda mi biología depende de eso. Para pertenecer tengo que ser obediente, de lo contrario corro el riesgo de quedar solo, y eso es igual a la muerte. De niños nos vamos a adaptar a todo. Si por diferentes motivos ya más grandes decidimos contradecir las normas de la familia, a la que pertenecemos con su conciencia de grupo regida por normas y reglas; puede suceder que otros miembros regidos por su conciencia individual y sistémica, tomen la decisión de dejarnos afuera del clan, pasamos a ser los “excluidos”. Esta exclusión dejará una marca en la conciencia sistémica de tal modo que deberá ser tratada y sanada como una herida. La conciencia del sistema familiar intentara remediar esta exclusión, mediante las generaciones venideras. Este tipo de compensación sistémica la llamamos “implicancia”.

Los sistemas tienen características diferentes. Por ejemplo hay familias donde la mayoría son médicos, o arquitectos, con adicciones, corruptos, etc.

Pertenecer nos da identidad. ¿Cómo hay que ser para pertenecer a tu familia?

Hellinger dice que “se crece con un poco de mala conciencia”. Cuando elegimos un camino distinto a la familia sentimos como cierta deslealtad, pero es un crecimiento.

Crecer entonces es: reconocer la pertenencia, sin juicios de valor sobre nuestra familia de origen, asentir a nuestra historia así como fue y es. Tomar la fuerza de la vida que nos viene de nuestros ancestros para convertir en fortaleza aquello que se manifestó en un primer momento como una carga. Asentir, agradecer y usar la fuerza para hacerlo diferente.

Las frases sanadoras que comúnmente usaremos es:

Cuando lo hago distinto lo mismo soy uno de ustedes.

Honro sus destinos y me hago presente en mi vida para hacerlo a mi manera con la fuerza de ustedes en mi corazón.


2do Orden Equilibrio entre dar y tomar

Las relaciones humanas se basan en un sistema de compensación. Con respecto a nuestros padres la vida nos viene de ellos y esto es de tal magnitud que no hay forma de compensar, no hay nada que les podamos dar que iguale esta donación. Acá no es importante si nos gusta lo que nos dieron nuestros padres, la Vida siempre es “el Gran Regalo”. Estas opiniones muchas veces son juicios muy severos que nos impiden tomar la vida que nos regalaron. En concreto, la vida nos la dieron nuestros padres, poniendo en riesgo la propia, la mujer dando a luz y el hombre dando de sí para la supervivencia de la familia.

¿Nos bastaría con eso o necesitamos algo más? Por lo general nos hubiera gustado un poco más. Hay algunos casos que estas vínculos fueron verdaderamente muy difíciles.

La única manera de compensar con los más grandes es dando vida nosotros o plasmar esa energía en un proyecto o en una donación de otro tipo. Encontrarle el sentido a nuestra vida, es lo que nos pide el árbol.

Los padres dan y los hijos toman, lo que los hijos no pueden tomar los padres no se lo pueden dar, tienen que esperar que el hijo se los pida. La leche está en el pecho para el niño, pero es el niño tiene que succionar para tomarla.

Aquí usaríamos frases como:

Tomo la vida que me viene de ustedes, gracias así como pudieron.

De mi resistencia yo me hago cargo, lo siento.

Equilibrio en los vínculos

Cuando una persona da una medida y el otro le devuelve la misma medida la relación se termina ahí. Están iguales. Un vínculo se construye cuando el otro me devuelve un poco más por sentir ganas de compensar y seguir dando. Entonces si yo quiero seguir con esta relación voy a devolverle un poquito más de lo que me dio, de esta manera nos vamos vinculando y la relación perdura. Si uno da menos que el otro no hay relación, eso solo se puede dar entre padres e hijos, no entre pares. Esto quiere decir que un vínculo se construye porque ambas partes están compensando permanentemente.

Compensación negativa y positiva

Cuando alguien hace algo que me duele es necesario compensar para que la relación continúe, entonces le voy a devolver éste daño pero un poco menos, por amor. Si le devuelvo lo mismo, la relación se termina. Estamos iguales. Si le devuelvo más, rompo la relación. En la compensación negativa la devolución es menor, así de esta manera la relación continua.

El que cree que puede perdonar todo, se ubica en un lugar superior y le resta dignidad al otro. El que mucho da está cubriendo algo que no tomó.

Cuando hay reclamos hacia los padres, no podemos dar o tomar de los pares, porque hay miedo de lo que podamos llegar a sentir otra vez.

El miedo es activar el abandono.


3er Orden Jerarquías

En el sistema familiar tienen prioridad los que han llegado primero, ellos trasmiten la vida y cuidan de los que llegan después. Los más chicos dentro de un sistema son los que más reciben.

Si miramos las generaciones anteriores podemos ver como ellos han tenido desafíos que a nosotros hoy nos han abierto camino. Hombres y mujeres más grandes de nuestras familias han tenido que superar dificultades familiares, sociales y hasta laborales que nosotros hoy no tenemos, gracias a que ellos las atravesaron hoy estamos en otro lugar con otros desafíos.

Los hermanos mayores reciben más exigencia que los menores. El hermano más chico tiene más beneficios.

Un desorden de esta ley se produce cuando los hijos nos arrogamos cargar con situaciones que no nos corresponden, por amor ciego queremos resolverles los “problemas” a nuestros padres, realmente no es algo que podamos hacer, no podemos ir hacia atrás en la vida. Muchas de las veces este sacrificio es a costas de nuestra felicidad o de la propia vida de la persona implicada.

Un sentimiento de culpa de uno de los padres recae sobre uno de los hijos que desarrolla un sentimiento de merecer poco y fracasa siempre. La hija está enojada con su padre por la infidelidad de este con la madre.

Es mucho para un hijo vivir así, no está viviendo su propia vida.

Aquí la frase sanadora sería:

Dejo con ustedes lo que es de ustedes, ustedes son los más grandes, ahora lo puedo ver. Lo siento. Gracias

Cuando lo hago a mi manera lo mismo los amo.

Los tres órdenes del amor interactúan entre sí, no están aislados unos de otros.

¿Cómo se ordena esto?

Los grandes se hacen cargo de lo que es de ellos, de esta manera liberamos a nuestros hijos. Tomar responsabilidad sobre nuestros actos, es liberar nuestra descendencia. El trabajo y desarrollo personal siempre es el mejor aporte al árbol familiar.

Conciencia

Es una cuestión de vinculación.

La conciencia piensa y siente en términos vinculantes. Siempre partimos de un sentido interno que reacciona automáticamente si hacemos algo que podría dañar o poner en peligro a otros, o si estamos en peligro nosotros mismos. Es como un órgano interno que rige el comportamiento sistémico, relacional y existencial. Algo parecido ocurre con al órgano interno del equilibrio: el eje. En cuanto nos salimos del equilibrio, la sensación de malestar, producida por la posible caída nos devuelve al equilibrio con más o menos esfuerzo. Por lo tanto, el equilibrio se percibe como malestar y peligro o como bienestar y seguridad.

El malestar nos indica que algo tenemos que cambiar para volver a un nuevo equilibrio, jamás volvemos al mismo, se efectúa un cambio, se imprimió una nueva experiencia – consciencia.

En la vinculación con los otros y el mundo que nos rodea la conciencia opera regulándonos con sus propias leyes.

Cuando el malestar se instala nos indica que nosotros y cada uno de los implicados hemos perdido el equilibrio. Esta señal es una invitación a hacer un movimiento hasta establecer un nuevo orden. Todo intento por volver al orden anterior será inútil. Sería como vivir en caída esforzándonos solamente por no llegar al suelo, en realidad fluir con el fenómeno es entregarme a esa caída si no queda otra, ya habrá tiempo de volver a levantarme o generar un nuevo equilibrio si estoy a tiempo. Cuando el desequilibrio ya se produjo, evitarlo es un esfuerzo prácticamente inútil y tiene el ingrediente del sufrimiento que lo hace eterno. (Sufrimiento no es dolor)

La conciencia como órgano regulador no va a pasarse por alto a sí misma, como muchas veces pretendemos. Escuchar el desequilibrio nos puede prevenir de trastornos mayores, creando respuestas creativas y livianas que pueden aportar salud para nosotros y el sistema.

En las relaciones nos autorregulamos a través de las emociones de la culpa o inocencia.

Si me siento inocente y en equilibrio puedo permanecer en la relación o vínculo, si por el contrario siento culpa y desequilibrio el malestar se instala hasta que algo cambia y permite un nuevo orden.

A este fenómeno de autorregulación lo llamamos CONCIENCIA.

Por regla general experimentamos tanto la culpa como la inocencia sólo en relaciones con los otros. Pero muchas veces esto también ocurre en la relación con nosotros mismos. ¿Cuántas cosas nos echamos en cara y nos culpamos o exigimos? Criticamos partes nuestras inmaduras o molestas, generando desequilibrio interno en los cuatro cuerpos de existencia: físico – emocional – mental – álmico.

La conciencia nos ata al grupo importante para nuestra supervivencia, independientemente de cuáles sean las condiciones que este nos imponga y si somos felices o no en esta pertenencia. La conciencia está al servicio del grupo.

Hemos sobrevivido gracias a agruparnos en clanes, fue muy necesario actuar en grupo. En la actualidad hay una tendencia hacia el aislamiento, vamos hacia un rumbo un tanto confuso para nuestras emociones.

Por más que estemos distanciados con la familia, la conciencia vela por las condiciones importantes de nuestras relaciones. De muchas maneras lo manifiesta.

Miremos lo siguiente:

· Vinculación en la pertenencia

· Vinculación en el equilibrio entre tomar y dar

· Vinculación en las reglas.

Estas condiciones se experimentan en el alma como necesidades elementales.

La conciencia está al servicio de las tres leyes, por lo tanto nuestra experiencia de culpa difiere dependiendo de si la culpa se refiere a la vinculación por pertenencia, por el equilibrio o por las reglas, es decir según la meta y la necesidad a la que sirven.

Ros Gargano

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